miércoles, 1 de junio de 2011

XXIV


Ya no te abandonaré- le dije. –Te amo.
La luz volvía. Me llevaban en un vehículo, pero mi cuerpo no podía responder. Alrededor, soldados de las fuerzas de paz, con las insignias azules, las boinas rojas. No los escuchaba, pero ellos hablaban, todo se agitaba en el transporte, el camino era difícil. Las vendas de mis manos tenían sangre. Volví a quedar dormido.

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