domingo, 31 de julio de 2011


Pero sé que ella lo vio, estoy seguro. La imagen de su inocencia ante la revelación febril de Dios, era tan sofocante como su misma presencia ante mí. No pude soportarlo más, cedí ante el impulso que tuve para abrazarla. Su cuerpo era frágil, no ofreció resistencia. Con la habitual expresión de sufrimiento se entregó a mis brazos. La olí. Era un aroma de indefensión, delicado, intoxicante. Besé su rostro con suavidad. Mi relación con ella descubrió un nuevo extremo, cuando comenzó a disfrutar de mi compañía. Pude verla sonreír un día, cuando escuchábamos a Rachmaninov en mi refugio, yo le invitaba un chocolate, Amelia dormía en la cama. Sus dientes eran tersos, perfectos, sin embargo algo en su rostro no cambiaba, seguía sufriendo por dentro. La abracé, comencé a tocar su espalda.

-Como un símbolo, no. Como un sistema originador de la vida, existe. Debajo de
tus pies, alrededor tuyo, junto a mí. El árbol de la vida es un ser viviente, muy
poderoso, muy evolucionado. Te escucha, siente tus pensamientos, es tan
sensible a tu entorno que puede entablar una conversación con tu mente, sin que
te enteres.
-Tú eres el Árbol de la Vida- afirmó Zaru.
Aya sonrió, y siguió deslizándose, con la intención de señalar a Zaru un camino,
era una especie de sendero, cubierto por enredaderas, maleza, hongos. Tuvo que
trepar por un inmenso nudo, donde convergían los orígenes de tres ramas base.
Arriba, la superficie tenía un aspecto más pétreo, sorprendido descubrió un
manantial que brotaba de la corteza, mandando agua cristalina y un líquido azul.


responsable actual de exabruptos psiquicos y revelaciones matutinas dominicales

Sobrevino la noche, la brisa era diferente, el aire se enrareció con humedad, escuché las voces de los insectos gigantes, temerosos de las luces del hospital. Entonces, cuando apagaron las luces, acostado en la cama con el mosquitero fue cuando ella apareció.
La noche es un misterio, estoy seguro que se abren puertas que conectan con los rincones del universo, en la penumbra, en las sombras. Es simple, los viajeros del tiempo se manifiestan de repente.
-He regresado a casa- dijo, una voz lúcida, clara, sin acentos definibles, amigable. Sabía que se encontraba junto a mí, pero no podía verla, aunque levanté el mosquitero. No era un fantasma, no era una alucinación, era algo tan real como escuchar al médico. Incluso la proximidad de su presencia era física, un calor corporal, una energía resplandeciente, como de un santo. –Estoy emocionada. Descansaré unos instantes. Debí superar la primera impresión con ansiedad, no era algo que sucedía todos los días.


Principal responsable de las imagenes oníricas de El Evangelio de las Profundidades.

Hassen vomitaba desfalleciendo en el momento que le hablaba el gigante. Resistía demasiado a aquella poderosa fuerza que los ocultistas llamaron Vrill, era el primer y único testigo vivo de la existencia de Thule, la sagradísima ciudad de los primeros colonos, el avalón, el paititi, el cólquida.
-Cuando despierte podrá ver quien soy- dijo el gigante.
-Voy a morir si me quedo dormido, Wañurgapuni nuganchij- respondió Hassen, pero usando el pretérito idioma de los Incas, el quechua.

Recordó el rostro de su padre, esos días horribles en la ciudad de Sucre, sufriendo el hambre y la pobreza. Recordó el último día que estuvo con él, sentía su perfume en el aire si se esforzaba en encontrarlo en la memoria. Tuvo que refugiarse detrás de un toborochi para que nadie lo viera llorar.

jueves, 21 de julio de 2011

viernes, 8 de julio de 2011

crónicas de la bestia



A la Bestia se unieron adolescentes, la nueva generación que pretende detestar los modelos de integración, la economía de libre mercado, los beneficios de la inversión dirigida.
No sabemos dónde operan, pero si sabemos que son muy jóvenes, y que la mayoría son mujeres.