sábado, 22 de octubre de 2016

2210

 Apenas cae la noche, tú silenciosa madre te encuentras en la penumbra con mi silencio.
Danzas con mis sombras, y mis palabras te arrullan, aunque no me siento a tu lado.
No me necesitas en un altar sagrado, solo soy una hojarasca seca que acumula otoños.
 Tomo tus pies delicados, los estrujo contra mi pecho, mientras mi vientre palpita, porque amas mis movimientos, y respiras mi vida entera, dulce suspiro de besos en la agonía de mis secretos. Me gustas descalza, te miro sin descanso.
Abre tus ojos, cruel mariposa, entregare a la lluvia tus latidos, agitando tus alas de nubes, en el calor sofocante de mis semillas dispersas. No entrarás nunca en mis cuencas vacías, donde las culpas remojan sus marchitas liendres. Entonces te quedas en el bosque ilusorio, esperando que regresen éstas palabras.
Camina en mis bosques desnuda, mientras mis ramas rozan tus pezones, y tu cabello se derrama en mis manos, 
Aunque no importa donde existas, mi fuego no extinto aún respira.
Y me siento ermitaño, aislado en la penumbra de mis experiencias.