jueves, 27 de abril de 2017

llena

siento un profundo sentimiento, como un arcano mensaje, de aquella existencia superior que demanda la antigua elevación de mi espíritu
comprendo la importancia de comprender la verdad única, en sí misma, y no como un propósito que debes obligarte a aceptar

me duele el pecho
pero no sé si es que estoy enfermo
o es la ansiedad de mi delirio
simplemente parece que si me dejo llevar podré alcanzar esa luz en el fondo de mi mirada
porque no me queda nada más
solo ese indicio
antes de que pueda volver

trato de ver tras la cortina de aire que cubre mis pensamientos
mis manos exhalan temor en forma de sudor frío
siento que termina la primera oleada de marea inversa
y un dolor en la cabeza me persiste con la misma idea
con la misma imagen
y entonces ella…
ella está aquí conmigo

tres lunas

Soy la soledad entonces,
porque así te hago el amor en silencio,
y te acaricio cuando duermes,
porque me temes y a la vez me desprecias,
pero te amo y no lo sabes,
te beso
y no lo sientes,
te hablo y no me escuchas
pero ahí estoy, en tu pecho,
acariciando tus pezones con mis pestañas

es ese negro vacío el que me confunde
he estado dando vueltas en mi cama buscándote
pero el olor de tu sudor frío ha desaparecido de las sabanas
y se han perdido tus cabellos de las fundas
acaso te fuiste me pregunto
pero las cosas responden por sí solas


animo



Siento tus cabellos fluir en la densidad de los mares etéreos de esa dicha anciente y extinta, que hace de mi sangre ríos y después lagos, derramados en las montañas de tus manos.
Adoro la luz del sol porque me recuerda a tus caricias tibias en la mañana, aunque solo sea ilusión porque sé que nunca estás conmigo, y tu imagen se desvanece, cuando finalmente después de despertar dejando mi mundo perfecto, amanece.

lunes, 17 de abril de 2017

Desconocido

Huelo mi cuerpo, un aroma que no reconozco, la fatiga y la decepción, me obligo a sonreír, no puedo. 
Después de unos minutos me encuentro nuevamente con mi individuo, ese hombre que es seguro y amplio en si mismo, pero que se desliza fuera de control, asumiendo su rol en la ceremonia de cambio de luna, y durante los ocasos estacionales.
Me pongo mi túnica ritual, manipulo mi vara consagrada, dibujo mis símbolos en el tablero de cinco dimensiones. Las posibilidades se abren, las respuestas igual.
Las respuestas llegan a mí, de la forma que las pido, aunque no tienen forma, ni coherencia, son números, a veces son trazos, casi siempre desfases de la inmensidad que cuesta trabajo ordenar de acuerdo a nuestro limitado espectro de sentidos.
Ahí está ese hombre, ese fuero y el privilegio, los estratos desintegrados por el sol, mi raíz naciente, mis manos cubriendo la luz que ciega mi único ojo abierto.
Esas columnas, son tan visibles desde aquí, cuando subo a la cuesta de la montaña, donde la niebla reposa durmiendo, suspirando mi nombre, he caminado descalzo por meses, enredado en las ramas bajas, mojando mis pies en los arroyos gélidos, me he entregado a la oscuridad de la bruma, cuando las nubes bajaron por el desfiladero. Vuelvo a aspirar mi propio olor. No lo conozco.
Esta noche es la primera en la luna nueva, el astro coordina mis sentimientos convulsos, pero no soy una piedra, no tengo la sórdida resistencia frente al oleaje inclemente, el viento no ayuda.
Salgo a la luna desnudo, confirmo esta visita, el emisario es una efigie amable, toma mi ofrenda con los dedos de chispas azules, inclino la cabeza con cortesía.
Entonces regresa a mi el hombre, el habitante, el rebelde.
Algunas veces los viajes se prolongan por siglos, y me cuesta volver a esta tierra, para convencerme de los que me esperan, son reales, son legítimos.
Ahora debo descansar, y cuando retorne, podremos sentarnos a ver mis estrellas, las que me regalaron cuando era niño, cuando no pensé que podrías leer este manifiesto. 
Pero ahora este hombre es un elemento, ya no se permite regresar sin robarse algunos desafíos.
Esta noche acudiré al altar del templo viejo, donde las piedras llegaron antes que los siglos, y los suspiros del viento hablan de soles desconocidos. Frente al busto de mi diosa madre, prenderé una vela de cebo rosa, porque me recuerda a ti, y dormiré en el regazo de mi creadora, celebrando el haber accedido a este nuevo misterio.

jueves, 13 de abril de 2017

Visible

Cuando te conocí, estabas ausente, alejada de este mundo material, enfocada en tu arte y en las oportunidades que se abrían desde que ingresabas en ese mundo de los escritores.
No sé como tuviste acceso a mi libro, no sé como te ha llamado. Pero desde que lo tuviste en las manos, te acercaste a mi silenciosa, con tus secretos abiertos, bañaba el sol tu piel cubierta hasta el cuello.
El diálogo, es lo que me gusta de tí, poder hablar contigo, aunque no tenga nada que decir. Palabras adultas, sin retorcijones. Lo necesitaba porque me rompieron, y en esa pausa, veía otra cara y olía otro perfume.
Me tomaste la espalda y hundiste tu mentón en mi cuello, me sostuviste fuerte, tanto como para que el calor normal de mi interior sobrara y tuviera que salir por los poros.
Ahora te observo, a veces sin éstos ojos, eres otra, no eres esa mujer escondida en ropa ancha, en blusas largas y zapatos cerrados.
Confías en mi, me llamas, me buscas, me sientes.
No te digo que estaba roto, y necesitaba tu cuello y tus labios. No te digo que curas heridas, pero respeto tu valor, cuando asumes el riesgo de tapar mi eclipse.
Te veo ahora, en esta imagen, la verdadera, la que no escapó.
Te escribo, entonces...