miércoles, 1 de junio de 2011

mensajero


El Mensajero interrumpió su viaje, confundido por la información estelar acumulada, decidió ignorar las secuencias para acogerse al azar, aunque sabía que no existía. Su manto cubierto por materia fluctuante, se desprendió cuando hizo contacto con la débil costra del planeta. Los cielos se cubrieron de nubes negras, la masa de su cuerpo era demasiado grande para el espacio que habría de acogerlo. Su caída atrajo fuego al templado aire, millones de chispas bombardearon la superficie fértil en el escaso tiempo de descenso.
Su impacto en el océano, no frenó la velocidad ni la fuerza de su empuje, llegó hasta la costra del esqueleto planetario, donde finalmente se fusionó con el núcleo. En el continente, la tierra se estremeció y las montañas se hundieron en fosos de lava ardiente. Las olas del océano alcanzaron las cumbres más altas, el fuego se consumió en la lluvia de agua hirviente.
Fueron miles de años los que necesito el mensajero para despertar por completo.
Cuando levantó sus gigantes brazos, la tierra y las rocas acumuladas encima se desprendieron, y el agua de los ríos fue desviada, el cuerpo del primer ser fue confundido por la bruma, pues parecía que era la montaña la que cobraba vida.
Al izarse, vio que la tierra era fértil, y el mundo era hermoso a la vista, el aire fragante y los cielos húmedos, el ciclo estaba terminado.
Entonces decidió dejar de existir como un ente único, desmembrando su forma original, esparció su materia al viento, como semillas se diseminó, juntándose con las partículas de oxígeno.
Entonces el hombre despertó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario