jueves, 13 de abril de 2017

Visible

Cuando te conocí, estabas ausente, alejada de este mundo material, enfocada en tu arte y en las oportunidades que se abrían desde que ingresabas en ese mundo de los escritores.
No sé como tuviste acceso a mi libro, no sé como te ha llamado. Pero desde que lo tuviste en las manos, te acercaste a mi silenciosa, con tus secretos abiertos, bañaba el sol tu piel cubierta hasta el cuello.
El diálogo, es lo que me gusta de tí, poder hablar contigo, aunque no tenga nada que decir. Palabras adultas, sin retorcijones. Lo necesitaba porque me rompieron, y en esa pausa, veía otra cara y olía otro perfume.
Me tomaste la espalda y hundiste tu mentón en mi cuello, me sostuviste fuerte, tanto como para que el calor normal de mi interior sobrara y tuviera que salir por los poros.
Ahora te observo, a veces sin éstos ojos, eres otra, no eres esa mujer escondida en ropa ancha, en blusas largas y zapatos cerrados.
Confías en mi, me llamas, me buscas, me sientes.
No te digo que estaba roto, y necesitaba tu cuello y tus labios. No te digo que curas heridas, pero respeto tu valor, cuando asumes el riesgo de tapar mi eclipse.
Te veo ahora, en esta imagen, la verdadera, la que no escapó.
Te escribo, entonces...

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