martes, 2 de agosto de 2011


La humanidad.
Así se ha definido un estado de iluminación respecto a los otros animales de éste planeta.
Cuando defino qué es humanidad, apenas me delimito a unestado de existencia, donde el ser tiene que rodearsede objetos vanos, inútile s y prescindibles.
Los sentimientos son leves chispazos de que algo diferente sucede detrás de la cortina que definen como realidad, y que quizás los sueños son el camino hacia la verdad.
Qué es verdad, qué es realidad.
Puedo despertar ignorando el color de mis creaciones.
Las imágenes perduran en silencios amargos y estoy distraído tratando de averiguar por qué no puedo ser indiferente a los mensajes del otro mundo.
Soñé que había vuelto a ese lugar de donde he venido.
Suceden cosas extrañas, siempre vinculadas con el viaje y el conocimiento que estoy adquiriendo. Existen personas que no conozco, pero sus presencias son familiares, podría creer que pertenecen a mi vida.
Ahora más que nunca estoy confundido, porque cuando trato de aferrarme a la superficie de ésta tierra es cuando menos me siento identificado, y los defectos de la humanidad que me han asignado vivir, son evidentes, oscuros e hirientes.
A veces trato de pensar si la muerte me llevaría de regreso y me libraría del letargo insufrible de ser uno más en la multitud.
Qué cobarde sería si renuncio al reto, y las personas que me quieren, se quedan al otro lado, esperando conocer la razón por la cual he perdido el contacto con mi propia identidad.

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