Cybergrind en esencia no tiene las jerarquías etimológicas del ciberpunk,
es más, no desciende de él y no guarda relación alguna con las bases culturales
y académicas estudiadas en las universidades. Nace de otras necesidades ligadas
más al conocimiento de la tecnología, la música y la contracultura del siglo
XXI, los adolescentes que piensan como viejos, y los viejos que descubren el
mundo de los adolescentes.
Cybergrind, es un género de la música metal, descendiente del grindcore, un
ápice extremista del hardcore formado por los más ruidosos contestatarios de
los noventas, artistas que rehusaron a seguir cánones de la banda tradicional,
se encerraron en sus habitaciones o garajes con una guitarra y un drum machine,
dieron rienda suelta a su imaginación estimulada por las drogas, abriendo paso
a un laboratorio musical que a la fecha ha derivado en multitud de extremos seguidores
radicales y más ordenados de acuerdo a los avances de software. Por supuesto
que esta proyección etimológica taladra las estructuras del punk crudo, porque
el cybergrind es absurdo y devastador, un monolito electromecánico adornado de
secuencias digitales, un armamento que permite a los misántropos expandir sus
universos retorcidos, creando vías de acceso hacia una versatilidad creativa
extraordinaria, en la danza, el cine y las letras.
El cybergrind es un aparato revoltoso de caos e intelectualismo, burla y
sadomasoquismo, es un instrumento de tortura política y un recurso de
terrorismo filosófico que abunda en silogismos primitivos y en herramientas
tecnológicas piratas, usuarios agresivos y fuentes de acceso clandestino,
valiéndose de ellos para enunciar cruzadas sin rebelión, ejércitos sin
soldados, condenando la mediocridad de los medios y la adaptabilidad de los
rebaños humanos a las campañas masivas de propaganda política. Es la
deshumanización del espíritu, es la bestialidad en pleno del control, es la
creación del hombre nuevo en los bosques digitales y virtuales de la
simulación. Es la desintegración del átomo en la especie viviente, es la
mortificación del enemigo natural, la competencia, la riqueza y la moda.
El cybergrind representa los cimientos de la sociedad en decadencia y a los
procesos de evolución hacia la entidad supra consciente desconocida, misma que
duerme en los sueños, sonámbula se reprime en la celda de la urbanidad.
No ha sido una corriente artística la que ha engendrado este ser, sino que ha
nacido en el subterráneo con numerosos volúmenes y retratos, que han publicado
los iconoclastas sin mérito sus trabajos, independientemente de los medios y de
los críticos, se han sentido libres de ser terroristas y libertadores, y en
internet, por supuesto el interés de generar tanto desorden no obedece a la
necesidad de propagar la música o la palabra como una ideología, sino de
manifestar silenciosamente el desagrado al prototipo de humano que nos ofrece
la sociedad moderna por las escasas luces de la educación plutocrática.
Entonces este género da lugar a varias interpretaciones artísticas y
literarias que surgen con los herederos de universo cognitivo engendrado en la
computadora y el videojuego, el ciberespacio de Tron, los hijos de Darth Vader,
Philip K. Dick y su culto religioso. Los niños que se iniciaron escuchando a Venom
y en su adolescencia acariciaron la locura de Mortician, Incantation y el conde
Grishnackh tras las rejas. Los fans del grunge que acabaron los noventa
escuchando Slipknot. Los escritores que junto a las mangas y animes japoneses
desecharon sus raíces folclóricas. Los cinéfilos que amaron Event Horizon, la
primera película cybergrind sin pretenderlo. Los que crecieron con Keanu Reeves,
el Harry Potter de los noventa, ahora son los paladines de esta generación, abrumados
por los trabajos esclavizantes y por los modelos de la sociedad, demandan
mayores fueros de su profunda tristeza, la que no acaba ni con la muerte, para
ellos es esta revolución cultural, una herramienta de profunda meditación.
Por ello, me atrevo a definir una nueva corriente literaria, como
cybergrind bautizarla, un mundo que cae en el caos y en la confusión, un
universo personal, atípico, sin líneas,
presente o ayer, que afecta a varias personas extraviadas en la miopía de la
realidad, sino a todas las que sueñan con mil vidas todas las noches, un
espíritu que zambulle en la iluminación, o en el abismo.
Pulsaciones de violencia y sadomasoquismo, exponer la desnudez del propio
ser, humillado en su totalidad, imprecado, apartado de su individuo original,
no como elementos nuevos, pero el uso de recursos que se han censurado en
tentativas de controlar el mundo librepensante, el humano en sus fases oscura y
brillante, el eclipse y el amanecer del espíritu, hacen las palabras nuevas de
un manifiesto, no de ficción y tampoco de futurismo, sino de un presente
agobiante, dubitativo, la incertidumbre de los días, sumergido por completo en
el esoterismo y las ciencias ocultas ahora disponibles en libros pdf.
Siendo la lucha con el alma, porque el vacío de los días no llega, no
calma, no nutre, el pliego de los cimientos de la educación infantil, frente a
la percepción vana de los objetivos nunca alcanzados, es un obstáculo que
franquea nuestras debilidades, y por ello un ansia de rebeldía no llega a ser
suficiente con el delito y el homicidio, y tampoco con la revolución.
La única solución se encuentra en los fueros subconscientes, debemos
despertarlos, violentarlos y emerger en la luz todo aquello que fue reprimido,
cual vida nueva, cual muerte, cual momento, así los mensajes ancestrales
descansan en las ideas nuevas, madurando en silencio.
La creación toma elementos sobrenaturales porque lo inmaterial responde a
las exigencias del mundo nuevo, aquello que cataloga la ciencia como
inalcanzable, es probado con hipótesis blandas, por ello que la ausencia de
dogmas permite a los más jóvenes abrazar con racionalidad gélida el proceso de
supervivencia. Ellos no creerán en los dioses de sus padres, sino liberarán
unos nuevos, cuyos símbolos cobrarán fuerza con las convicciones de la vida en
un basurero. Y los mismos no se encuentran en las redes de información, ni en
los compendios de información permitida, tampoco en Facebook ni en Youtube, la
carencia de identidad de lo superior se desmaterializa en una potente amenaza
de guerra mundial. El proceso surrealista de la fe adoptará nuevos matices en
la preponderancia de la aceptación, estamos destruyendo a la misma humanidad y
muy poco hacemos para frenar el inevitable desenlace.
Los autores se están preocupando por alcanzar sus metas con ideas cortas,
por ello que el matiz de los argumentos consolida una preocupación inquietante,
el poder de los eventos actuales controlados por un celular y la incapacidad de
controlar la información, nos queda muy poco en el presente creativo, debemos
recurrir a lo espiritual para degradar los ideales humanos.
El cybergrind alumbró hace muchos años, un aborto de los noventas que se ha
mantenido escondido en los garajes donde nació, sin embargo hasta hoy es
difícil encausar una definición académica, no hay una posición intelectual que
ha tomado en cuenta esta tendencia que ha crecido beligerante en un mundo
interconectado, donde los protagonistas
no se conocen entre sí y no se ponen de acuerdo en ningún foro para debatir los
extremos. Este anonimato va de la mano con la tendencia de los usuarios
informáticos de reservar su identidad, locación y actividades, ajustando la
paranoia de un universo controlado por un par de multinacionales extorsionadas
por los gobiernos poderosos. La piratería hoy significa tener acceso a
información que es indecorosamente cara de proteger, y exponer que todo el
dinero del mundo es inútil contra un teclado y una mente sagaz que por lo
general es menor a los quince años. El adolescente es fulminado con toneladas
métricas de información negativa y absorbe las iniquidades de un mundo sin censura,
su espíritu vacío no tiene referentes que le permitan sosiego a su abultada
carga moral. Para ello acude a métodos cuestionables que le permiten desahogar
su lujuria creativa y su desconcierto existencial, se refugia en la soledad del
bajo mundo, intercambiando opiniones con los más tímidos, alejándose de los
grupos sociales tradicionales. El personaje principal no es un instrumento de
la mafia, ni las corporaciones, ni los gobiernos, al contrario, es un peligroso
enemigo de ellos que se escudan en estructuras y en organismos, y se fragilizan
detrás de sus diversas capas burocráticas. El caudillo es libre de transitar en
todos los medios existentes y se transforma en pesadilla cambiando los
paradigmas de lo que hemos conocido como terrorismo.
Entonces el niño que maneja la computadora es el siguiente discípulo del
anticristo.
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