
Los amaba tanto como podía soportarlo. Dio gracias al bendito aire que respiraba, escuchaba sus voces en los briosos roces con los tréboles, silbando canciones de milenios, los K´alathud, ellos les enseñaron, eran secretos de los primeros ancianos, ellos que no conocieron a los antepasados, porque se fueron antes, dejaron sus bibliotecas con un códice absoluto, matemático, complejo, un cuadro de siete letras en un tablero de sesenta y cuatro caracteres, una sola clave para los cálculos. Tenían el nombre de la Diosa en varios significados, sus usos eran variados para acceder a los secretos del universo. Los ancianos enseñaron a los habitantes de la superficie a usar los misterios generando una existencia vigorosa, abundante y plena. Por ello que seguían estudiando en los profundos interiores de K´alathud, entregados a la eternidad, sin carne, sin sentimientos.